Perdidos
mis ojos en mi balcón del mar, se escucha un lamento desgarrador, aún sin
reconocer sus alaridos, dolieron en mi
corazón. Tanto,
que entonces recordé a mi gran amor del
mirador del mar, mi dulce amado, no quise detenerme, en el llanto de aquella
voz familiar, sino que en instantes, viajé a
ese sitio mágico y marino donde tantas veces nos juramos amor eterno y
nos hacíamos le amor, de mil formas, me parece una voz conocida, pero preferí
soñar nuevamente en el amor bonito.
Han
pasado tantos años, desde que se fue, descubrí
sus otros amores, y sufrí en silencio. Se que me amó con locura era
innegable, en cada palabra, en cada caricia, en cada poema, Así lo sentí, pero
no era la única. Con ello llegó pronto el desencanto dejé de ir al mirador del
mar, y el ambiente era helado y oscuro,
una terrible sensación de soledad de acero, me sobrecogía el cuerpo.
Pero
vuelvo a la soledad de mi balcón, sorprendida quedo cuando te reconozco, ¡ amor
eres tú!, el de siempre, claro que recuerdo tus versos, tu pasión desbocada,
tus besos húmedos y un corazón que llena
de profundas y bellas palabras de amor.
Yo
nunca te olvidé, ni te olvidaré tu huella fue profunda y eterna, mi Brillo del
mar presente está, en mi , en mis
versos, en el amor que por ti sentí, y en el Mirador del mar, que desde aquí se
observa que vuelve a brillar al volver a leer letras que son fruto del querer,
las tuyas dulce amado.
©Beatriz
Martín
03/04/18